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viernes, 28 de agosto de 2009

Amazonas, Selva, 2007. Un viaje

Amazonas


El río
Desde que fue recorrida en 1542 por el español Francisco Orellana, la selva tropical ha fascinado a todos los exploradores que han pasado por ella. Impresionados por un río lleno de meandros, de árboles y plantas sumergidas, animales exóticos, tribus variadas, seres monstruosos y tesoros ocultos, los conquistadores creen encontrarse a un paso de El Dorado.



Desde la cordillera andina en Perú, hasta el Atlántico, el Amazonas recorre más de 6.200 Km., siendo tras el Nilo, el mayor río del mundo. En algunos trechos alcanza los 48 Km de ancho en la época de las crecidas anuales. Formado por más de mil afluentes, supone una quinta parte de las reservas mundiales de agua dulce.


Orellana asegura haber visto una tribu de amazonas, un grupo de mujeres, dueñas de inmensos tesoros, que al igual que los personajes de la mitología griega, eran guerreras. ¿Ilusión, deseo, fantasía? Ni la tierra del oro, ni la tribu femenina como tal fueron halladas. Sin embargo, el nombre de Amazonas sirvió para bautizar el río que atraviesa este enorme bosque.

Una selva exuberante, cambiante y llena de misterios que encierra, según cálculos de expertos, 25% de las especies animales y 60.000 géneros de plantas y árboles. Y aún así, queda un gran número de reptiles, anfibios y microorganismos por clasificar. En definitiva, un El Dorado verde atravesado por un río imponente.

Si los siglos anteriores, y en especial el último, se han caracterizado por una explotación, o unos intentos, de explotación masiva de la selva, el principio de este siglo lleva la marca del respeto al entorno.
la selva.
El turismo ecológico se desarrolla en este marco. Y fruto de esta tendencia, nacen los lodge en la selva.




Un lodge en la selva. Felizmente, éste era de los más sencillos. Otros, ofrecen todo tipo de comodidades...

Aunque cada lodge forma su programa, el tipo de actividades son muy parecidas. Acompañados por guías locales, muchas veces nativos, si bien hablan otros idiomas, haremos caminatas en la selva, pesca deportiva, paseos en canoa, visitas a comunidades indígenas, además de deleitarnos con la gastronomía local, los pescados en particular, entre los cuales destaca la piraña.




El programa en la selva incluía paseos en canoa. El guía, Alcides, remaba y pescaba y yo… me sentaba en la parte trasera, admirando el paisaje...

El bosque
Los árboles pueden alcanzar los 50 m de alto; el sucupema, también llamado teléfono, es tradicionalmente empleado por los indios: golpeando sus enormes raíces con un palo, el sonido hace eco a varios kilómetros de distancia y sirve para avisar. El sorvá, al igual que la seringa, suelta una suerte de leche cuando se hace una incisión en su tronco. Del árbol de canela se usa sobre todo su aromática corteza; la breu es una resina empleada para encender fuego… Y así, de descubrimiento en descubrimiento.


Los animales, son más difíciles de ver (huyen inmediatamente), pero su canto o sonido nos acompaña incesantemente, convirtiéndose en la banda sonora de nuestro paseo. Jabalís, monos, gallinas del bosque, perezosos, pájaros de distinta forma y plumaje, sapos, por citar algunos, se esconden, huyen, saltan o vuelan ante nosotros.
Algunos viajeros no vuelven. Y no porque se hayan perdido en la floresta, sino porque aunque hayamos vuelto a casa y sintamos tal vez alivio de tumbarnos en nuestra querida y cómoda cama, el canto de la selva permanece en un rincón de nuestra cabeza. No en vano los primeros exploradores sintieron ese magnetismo…